lunes, abril 3

  • El dinero no da la felicidad, pero calma los nervios —es un lugar común. —Que a los suicidas ricos les pregunten por sus nervios

  • El poder dura poco porque lo ambicionan muchos. —Mientras se posee se sufre por la perspectiva de perderlo. —Los poderosos rara vez son felices, aunque sientan ese cosquilleo de ser obedecidos. —Si el poder te hace feliz, Dios te perdona: es ignorancia invencible.

  • El olor del incienso, las condecoraciones y los premios, la alabanza que se vierte en los oídos . . . Por cada gramo de honor, te dan un poco menos en metálico. —¿No te da asco ser tan barato?

1 comentario:

Anónimo dijo...

estimado cristóbal. lo primero es agradecerte por el espacio que has creado. así nos podemos aportar y ayudar entre todos.

de tu artículo;lo que pasa es que el dinero es un solo ejemplo de entre muchas cosas respecto de las cuales tenemos una actitud de apego. sí, porque el tema de fondo es qué nos hace felices.

para saberlo, primero tenemos que ver cuáles son las causas de nuestra infelicidad. y ahí nos damos cuenta que tenemos una "atadura invisible" (algo parecido te leí) a diversas estructuras mentales. es decir, totalmente subjetivas de nosostros.

hay muchos apegos: el miedo, el deporte, el sexo, las conversaciones, la religión, la relación de pareja, la envidia, etc. en síntesis, apego a sufrir.

esto no quiere decir que de acuerdo a un ejemplo es malo tener una relación de pareja. si así se pensara se estaría entendiendo mal el punto. el asunto es no aferrarse a que las cosas, "la realidad" sea siempre esa. eso escapa de nuestras manos. mañana mismo se puede morir mi pololo. ¿y qué le voy a hacer? ¿me voy a martirizar si ocurre? bueno, puede suceder, pero es que ese sufrimiento podría ser evitado. y sólo se evita cuando nos damos cuenta que lo eterno, lo verdaderamente importante no muere, y nosotros somos parte de la eternidad. qué mayor tranquilidad que poder experimentarlo.

y claro, para la persona ostentosa en el cumplimiento de sus deberes, tal comportamiento del otro puede ser impúdico. otro pensará que el del lado es poco deportista. otro que es fome. todos pensamos cosas de los otros. obvio, ellos son los que están mal. y eso les pasa a todos. pero cuando deja de pasar es que estamos viendo algo objetivo, de verdad, ya no nos estamos quedando con las apariencias, porque finalmente eso que vemos es en definitiva la proyección de aquello que nos obsesiona. dejando la obsesión, la realidad se aparece tal cual es, y ahí no queda otra que gozarla. así de simple.