martes, enero 26

¿Prudencia, retórica o . . . simple temor?


104.             La cobardía nunca es buena retórica.

martes, enero 19

A veces, hay que alzar la voz . . . ¡serenos!



103.     Si hay que gritar porque el huracán de las pasiones públicas amenaza con acallar la voz de la verdad, entonces clama sin cesar: ¡grita al cielo y a los hombres! —Después susurra palabras serenas al oído de quienes hayan despertado de su sueño ideológico.

martes, enero 12

Hablar con la verdad y el bien, aunque parezca ineficaz



102.             Mira de frente, con tu mirada límpida, sereno. —Abre la boca con dichos de paz, para que se vea que solamente te interesa la verdad, el bien, no la dominación ni el engaño. —Más vale conquistar a uno o dos, que entiendan ese lenguaje, a perderlos a ellos por gozar del aplauso pasajero de las masas manipuladas, sensuales y crueles.

martes, enero 5

La verdad es sencilla . . . para los bien dispuestos

101.             Ante un público de jóvenes bien dispuestos, aunque a veces desconcertados por los sofistas de la plaza, di con serenidad: “¡Os invito a buscar la verdad y a resistir el engaño!”.

martes, enero 27

Elenco mínimo de falacias máximas

100. No te recuerdo todas las falacias de tus enemigos porque son infinitas. Observa, sin embargo, las más burdas —ante las turbas, las más eficaces—: el argumento de autoridad —ipse dixit!: citar mil autores de prestigio, que pocos han leído—; refugiarse en la mayoría —falacia ad populum—; remover los sentimientos contra la razón —si la masa llora, se somete—; los intentos más o menos solapados de infundir temor —falacia ad baculum: «quien no admita esta política, que se atenga a las consecuencias»—; pretender que de unas premisas insuficientes se siga determinada conclusión; la subrepticia petición de principio o: partir de lo que se debe demostrar; traficar con equívocos y ambigüedades; confundir mediante distinciones sutiles —desconocidas hasta hace poco por la Humanidad entera—; hacer caer la verdad, que tú defiendes, bajo categorías socialmente desprestigiadas; provocar la ira del adversario; montar un ataque personal, insultar, ser tan rudo y zafio que solamente los más duros se atrevan a resistir. —En pocas palabras, alerta: no te dejes impresionar por el arte de engañar.

martes, enero 20

Renunciar a la sofística: dominarla

99. Domina los argumentos de los sofistas —esos esquemas de argumentación falaz y convincente— para desenmascararlos, refutarlos, ridiculizarlos. —Para no usarlos tú jamás.

martes, enero 13

La sofística, ¿insuperable?

98. El arte de engañar a los ignorantes y de humillar a los sabios, la técnica de la falacia y de la burla, se ha perfeccionado hasta el infinito. Nos parece ahora insuperable.