martes, enero 27

Elenco mínimo de falacias máximas

100. No te recuerdo todas las falacias de tus enemigos porque son infinitas. Observa, sin embargo, las más burdas —ante las turbas, las más eficaces—: el argumento de autoridad —ipse dixit!: citar mil autores de prestigio, que pocos han leído—; refugiarse en la mayoría —falacia ad populum—; remover los sentimientos contra la razón —si la masa llora, se somete—; los intentos más o menos solapados de infundir temor —falacia ad baculum: «quien no admita esta política, que se atenga a las consecuencias»—; pretender que de unas premisas insuficientes se siga determinada conclusión; la subrepticia petición de principio o: partir de lo que se debe demostrar; traficar con equívocos y ambigüedades; confundir mediante distinciones sutiles —desconocidas hasta hace poco por la Humanidad entera—; hacer caer la verdad, que tú defiendes, bajo categorías socialmente desprestigiadas; provocar la ira del adversario; montar un ataque personal, insultar, ser tan rudo y zafio que solamente los más duros se atrevan a resistir. —En pocas palabras, alerta: no te dejes impresionar por el arte de engañar.

20 comentarios:

Anónimo dijo...

Cristo está en todos nosotros, así que no creo que sea correcto hablar de enemigos. y si él es nuestro padre, y todos los hombres son nuestros hermanos, porque de hecho es así, aun cuando haya ovejas descarriadas, hablar de enemigos, es caer en pecado grave contra cristo.
hablar de enemigos, entonces, es la falacia por antonomasia.

thomas

Anónimo dijo...

A Thomas:

En lo pertinente, la RAE define:

Enemigo, ga.
(Del lat. inimīcus).
1. adj. contrario (‖ que se muestra completamente diferente).
2. adj. Dicho de una persona o de un país: Contrarios en una guerra. U. t. c. s. m.
¶ MORF. sups. irregs. enemicísimo, inimicísimo -p. us.-.
3. m. y f. Persona que tiene mala voluntad a otra y le desea o hace mal.


Asimismo define:
Contrario, ria.
(Del lat. contrarĭus).
1. adj. Dicho de una persona o de una cosa: Que se muestra completamente diferente a otra; en el otro extremo. Idea contraria. U. t. c. s.

Por favor, paremos con falaces argumentos "ad auctoritas".

jm

Anónimo dijo...

julio martínez,

di una opinión, una acotación. y lo hice pensando en el sentido corriente la palabra enemigo. y también lo hice pensando en el sentido humano de las lecciones de cristo, no en cuanto autoridad, ya que lo dicho por EL, es algo que muchos aceptan, aunque te confieso que no he hecho una encuesta y acepto que muchos no van a pensar lo mismo: "hay que amar al prójimo como a uno mismo" (siquiera intentarlo), sobre todo cuando nuestro prójimo padece de ignorancia (aquel que calificamos desdeñosamente de falaz, por ejemplo), que vendría siendo una condición de similar desvalimiento a la del enfermo, preso, o abandonado. todos ellos carecen de un bien necesario: sabiduría, salud, libertad, compañía.

por tanto, me parece muy bien el elenco de falacias. sin embargo, me parece que la mayor contradicción en el sentido de las cosas, con el fin último, es aquella que se produce cuando olvidamos que, aunque alguien caiga en falacias (y te prometo que asumo mis innumerables falacias, ya que soy muy pecador), al frente tenemos a un ser humano esencialmente igual a nosotros, no a un enemigo.

acaso el mundo, frente a esta nueva crisis, vaya dejando de lado las diferencias y se centre en buscar acuerdos, ¿no te parece?
saludos,

thomas

Anónimo dijo...

perdón estimado jm, me imagino que no hablo con cristóbal, no? si entonces hablo con un nn, creo que es sensato preguntarle a cristóbal qué acepción le dio a la palabra enemigo. porque sería muy "huevón" de tu parte, (RAE: 1. adj. vulg. perezoso (‖ tardo). U. t. c. s., realizar una interpretación, sin siquiera preguntarle a su autor.

thomas

Cristóbal Orrego dijo...

Alguien habló de enemigos: "Amad a vuestros enemigos". Ese mismo dijo: "Y los enemigos del hombre serán los de su propia casa".

¿Cometió pecado, Mr Thomas?

Anónimo dijo...

Claro, eso dijo, y por tanto alguien querrá insinuar para confundir: ¿se contradijo?, porque "amar a vuestros hermanos", semánticamente es antitético con "los enemigos del hombre serán los de su propia casa". ¿Cómo se concilia el amor con la enemistad?
Cristo era un ser excepcional, y hablaba en profundidad y en distintos contextos. Cuando habló de enemigos, lo hizo para demostrar que había que seguir a Dios, no a nuestros propios deseos ni pequeñeces. Estos son nuestros enemigos, no las personas, en ningún caso. Y así se mantiene incólume de amar a nuestros hermanos. Ese es el mensaje, y son estas sutilezas en las Escrituras las que llevan a que sólo personas con preparación de mente y espíritu interpreten los textos.
Pero bueno, siempre han existido fariseos que abusan de las palabras, o, más precisamente, de paralogismos.

th

Anónimo dijo...

Thomas: primero, argumentas; luego, se te muestra, con un contra-argumento, que tu argumento falla. Entonces calificas el contra-argumento de "fariseísmo" y "paralogismo"... Si no te gustan los argumentos, no argumentes; si argumentas, atente a las reglas.
La réplica de Cristóbal no apunta a que Cristo se contradiga, sino justamente lo contrario: que no hay contradicción entre seguir las enseñanzas de Cristo y hablar de enemigos. La prueba: Cristo mismo habla de enemigos. Por eso, la contradicción es tuya cuando dices: "Hablar de enemigos es caer en pecado grave contra Cristo".
Tu interpretación de las palabra "enemigos" como "propios deseos y pequeñeces" no se sostiene bien, pues la frase quedaría así: "Amen a sus propios deseos y pequeñeces...", lo que es contrario a la enseñanza de Cristo. Sólo queda una posibilidad, y el asunto es más simple: "enemigo" no es aquél a quien yo odio, sino aquel que quiere el mal para mí o para mis hermanos, por lo que hablar de "enemigos" no es contrario al amor universal a todos los hombres; justamente es por eso que tiene sentido la invitación: "Amen a sus enemigos", y es esa precisamente una de las expresiones del amor sin restricciones. La contradicción sólo aparece cuando se entiende por "enemigo" "aquel a quien odio", y sólo entonces las palabras de Cristo pueden parecer contradictorias; pero esa aparente contradicción la creaste o imaginaste tú... Por otro lado, Jesús también usó la palabra Enemigo con mayúscula, es decir, por antonomasia, que es lo que significa Satanás, "El Enemigo", quien también es criatura de Dios y amada por Él.
Otra cosa: "principio hermenéutico de caridad": Se deben tomar las palabras del interlocutor en el sentido en que sean más defendibles, salvo que haya evidencia en contrario. Por eso, si usar la palabra "enemigo", tomada en uno de sus sentidos corrientes, es compatible con el amor a todos los hombres -incluso a los enemigos-, debe pensarse que ése es el sentido que el autor le quiso dar (suponiendo que el autor acepte la invitación al amor a todos los hombres). Por eso tiene sentido ir al diccionario y no es imprescindible preguntar al autor en qué sentido usó la palabra. En cambio, suponer que el autor toma la palabra "enemigo" en un sentido inaceptable, o imaginar cargas sicológicas de odio, es seguir la "hermenéutica de la sospecha". Es decir, el hábito de ver en el interlocutor a un enemigo...
Por último, en el contexto de tu comentario: ¿qué es peor: llamar a alguien "enemigo" o llamarlo "fariseo"? Yo preferiría que me llamaran enemigo...

Anónimo dijo...

¿O es peor llamarlo "huevón flojo"? Por si acaso, no soy Cristóbal. Y si respondes a este comentario, te agradeceré que no me llames huevón -¡y menos en el sentido de flojo!- ni fariseo, sino más cariñosamente, "enemigo", porque lo tomaré con caridad, en el sentido deportivo de la palabra.

Anónimo dijo...

NN,

Partiendo con tus argumentos, a mi juicio, cometes un doble error cuando dices que se me "muestra" con contra-argumentos, las fallas de mi razonamiento y que no me atengo a las reglas. Primero, supones que lo que está diciendo Cristóbal es punto menos que la verdad revelada, y que es tan evidente su argumentación, que sus conclusiones son mostrables, es decir, evidentes por sí mismas. Cuestión que ciertamente no es. Salvo que quieras ser el árbitro de esta discusión. El segundo error que se revela con tu aserto, es que supones que no me gustan los argumentos, lo cual entra en franca colisión con tu ataque a la “hermenéutica de la sospecha”, ya que en este último sentido, habría sido más sensato pensar que estoy equivocado, antes que pensar que no me gusta argumentar y que, por lo mismo, no me he sometido a las reglas... en definitiva, que estaría debatiendo de mala fe.

Con respecto al fondo del asunto, esto es, el sentido y alcance de la palabra “enemigos” dentro de las enseñanzas de Cristo, afirmas que Cristóbal no se contradice, puesto que existen pasajes dentro de la Biblia en los cuales Cristo habla de enemigos. Y fundándote en eso, concluyes que el equivocado soy yo. Pero el asunto es sutil, y justamente por no reparar o advertir dicha sutileza, terminas incurriendo en una equivocación de la más ordinaria ocurrencia, y consiste en que no distingues lo que la persona realmente “es”, en esencia, en su naturaleza más pura, o en “acción” (para expresarlo en términos aristotélicos) de lo que es el ser humano en “potencia”, con sus carencias, con su personalidad imperfecta, en su proceso humano o, dicho de otra manera, en un estado de transición, no realizado. Esta distinción es la clave de esta discusión, y las grandes religiones y creencias espirituales la reconocen con distintos matices (en nuestra tradición cristiana tenemos como exponente clásico a Santo Tomás, cuando nos habla del Derecho Natural, en oposición a nuestra conducta mundana y anti-ética). Porque esencialmente hablando, de ser humano a ser humano, no existen los enemigos, porque somos todos hijos del mismo Creador, no hay mejores ni peores, ni más buenos ni más malos. Desde esta perspectiva no se puede hablar de enemigos. Y no es que “no se deba” hablar de enemigos (afirmación esta última que sería de naturaleza ética y hasta ideológica), sino que “no se puede” hablar de enemigos, ya que eso contradice la realidad ontológica de lo que verdaderamente es un ser humano.

Ahora bien, si tú asumes que ser humano es lo que se ve en la calle, en las películas, o en tu propia experiencia de vida, que es lo que ocurre con el 99,99% de la población, bueno, en ese sentido sin duda que se puede hablar de enemigos. Y es bien sabido que “en el reino de los ciegos el tuerto es rey”. Si te ha tocado ver únicamente larvas, seguro que no sabes que están hechas para convertirse en mariposas, ¡y que pueden volar!

Relacionado con lo que dije en mi artículo anterior, Cristo no está queriendo hablar de enemigos en el sentido mundano a que nos referimos, persona con la cual no tenemos ninguna posibilidad de conciliar (ya sea porque nosotros los vemos como enemigos y los odiamos, o porque ellos nos ven como enemigos y nos odian), sino que se refiere a nuestras erróneas creencias de Dios mismo y de su Creación. Sería bastante forzado entender que Cristo habla de enemigos refiriéndose a los miembros de nuestra familia en cuanto personas. Y la verdad, más que forzado, sería contradictorio a su Enseñanza misma, que busca hermanar, no dividir. En nuestra familia no están nuestros enemigos, sí en cambio en nuestra deificación a nuestros seres queridos, o pertenencias, que nos hacen caer en el profundo sueño y confusa apariencia de que allí está el “bien”, siendo que hay un solo Bien y este es Absoluto. En ese sentido, el enemigo está dentro de cada persona, no entre personas, y son sus propias creencias que le impiden alcanzar su Naturaleza. Platón con su bella Alegoría de la Caverna, resalta justamente este punto. No existen verdaderamente los esclavos, como tampoco – en nuestra discusión- los enemigos. Existen más bien estados de ignorancia, en los cuales vemos y creemos en algo que realmente no existe, que no está en la naturaleza.

Con respecto a tu defensa de la interpretación más benevolente ante la lectura o entendimiento del argumento contrario, constituye una clara petición de principios. Porque impones una creencia tuya (suponer que el otro piensa de buena fe, o con rectitud de espíritu), pero no la fundamentas en razones lógicas. Se trata más bien, de una regla del juego de la discusión, que tú estás imponiendo. Y si ese fuera el caso, me estás diciendo algo así como, "yo soy el dueño de la pelota, y por lo tanto la mano es gol". No comparto esa regla, porque es mucho más sensato analizar las palabras según su mérito. Y así, podemos debatir sobre cosas ciertas. Si mis razones o las de Cristóbal son falsas o erróneas, existen buenos argumentos para demostrarlo, no es necesario recurrir arbitrariamente a reglas como la que defiendes.

Por último, este debate, creo yo, es un excelente ejemplo de lo que estamos viviendo como sociedad. Seguimos dividiéndonos en cuanta cosa hay: hombres versus mujeres, comunistas–udis, equipos de fútbol, razas, religiones. Suma y sigue. Es una lógica que no para. La vieja Filosofía Dialéctica. De tanto ver los árboles, no estamos viendo el bosque, y ese bosque es nuestra misma condición humana, exactamente la misma. Allí ciertamente que no existen los enemigos.

Thomas

Anónimo dijo...

Además, y tal cual se ha puesto de relieve en estos comentarios, el significado de la palabra "enemigos", como de tantas otras, en los idiomas tiene acepciones, usos o giros que varían mucho. Agreguemos a dicha circunstancia, que la Biblia es el reflejo de lo escrito en 4 Evangelios, lo que marca todavía más las disimilitudes. Cristo no es el que escribe, son evangelistas que interpretan las palabras de Cristo. Así que cuidado, no pretendamos entender las palabras de Cristo en un solo sentido. Hay que ver el contexto en el cual se utiliza. Si no lo hacemos, podríamos estar incurriendo en grandes absurdos.

Thomas.

Cristóbal Orrego dijo...

Estimado Thomas:

El punto esencial de mi intervención era llamarte a reflexionar con un poco más de serenidad, para no decir que simplemente es pecado el solo hecho de hablar de la misma manera que habló Cristo. Además, corres el riesgo de ser tan vehemente que termines por herir al hermano . . . y entonces da igual que lo llames o no tu enemigo.

Tu último mensaje contradice el primero. Este afirmabas que no es correcto hablar de enemigos, lo cual tiene que ver con el deber ético (por eso dices que es pecado hacerlo); pero en el último dices que simplemente no se puede, como un hecho, no algo de deber.

Anónimo dijo...

Para ser sincero, me gusta conversar y debatir puntos con altura de miras, puesto que enriquece a ambas partes. Sin embargo, cuando alguien no se atreve a dar su nombre, la conversación se hace estéril.

Thomas Hägerlin

Anónimo dijo...

Cristóbal, agradezco la respuesta.
Pienso, no obstante, que no incurro contradicción. En mi última intervención intenté explicar la dicotomía o aspectos de la dualidad presente en el proceso humano. Por un lado está la personalidad falsa, sin duda que anti-natural, y por otro la entelequia, el ser humano realizado, perfeccionado. Refiriéndome a esta última realidad señalé: "Desde esta perspectiva no se puede hablar de enemigos." Con ello justamente acoté el análisis, lo cual es bastante lógico, ya que cada disciplina tiene sus baremos. Si estoy hablando de matemática, no podría pretender controvertir un resultado con un criterio sociológico. Ambos saberes pueden llevar a la verdad, pero trabajan sobre hipótesis distintas y con reglas distintas. Entonces insisto, desde la perspectiva de la realidad ontológica de lo que es un ser humano, no se puede hablar de enemigos. Esto desde una faz descriptiva. ¿Qué tendría que hacer un juicio valórico cuando se analiza un ser humano prototípico? Ahora bien, y basándome en la distinción efectuada acerca del ser humano en estado pleno, natural, frente al ser humano en camino a, en estado no realizado, es que es posible afirmar que en este último estado, que es dinámico, que es prescriptivo, no descriptivo, ya que se refiere a lo que el ser humano debe hacer para llegar a ser santo, o iluminado, o realizado, se puede afirmar sin problema que tal o cual acción es anti-ética. Claro, porque allí lo que se hace es valorizar la conducta. En atención a que el ser humano tiene tales o cuales características (análisis descriptivo), es que yo puedo decir si tal o cual conducta se ajusta o no a su naturaleza (análisis prescriptivoo o ético). La contradicción, así, es meramente aparente.
Y bueno, quiero decirte que no soy santo, así que no pretendo pontificar ni censurar a nadie, aunque sí, muchas veces lo hago. Pero bueno, para algo vinimos, a aprender de nuestros errores. un saludo cordial.

Th

Anónimo dijo...

Estimado Cristobal:
Sòlo querìa pedirte disculps pero utilicè dos de tus màximas en una charla de ètica que tuve que dar a jòvenes...( por supuesto citandote como autor)
saludos y sigue incrementàndolas
Luisa Marìa Soto Vio; la mamà de Carlos y Oscar Isler

Álvaro P. dijo...

¡Qué resumen más claro y contundente! Felicitaciones.

(Con relación a los comentarios de Th es interesante notar que en el comentario que dio inicio a la larga discusión se pega un salto tremendo desde: 1. "no 'CREO' que sea correcto hablar de enemigos" a 2. "hablar de enemigos, 'ES' caer en pecado grave contra cristo [léase Cristo]"... él debe estar un poco confundido, porque o si no al menos sabría en teoría qué es y qué no es un pecado grave)

Saludos.
Álvaro P.

Anónimo dijo...

Álvaro,

Si sigues al detalle la discusión, podrás advertir que hago una distinción entre “lo que es”, y “lo que debe ser”, o, si se quiere, entre una análisis descriptivo y uno prescriptivo. De ahí se zanja cualquier duda que puedas tener al respecto.

Pero vamos al fondo: abrazar el concepto de enemigos, desde un punto de vista ontológico, ¿“es” real? ¿En la naturaleza “existen” los enemigos? El Ser es una realidad Presente, Eterna, Inmutable. Ergo, los enemigos “no son”, desde un punto de vista ontológico, porque se trata de un concepto mutable, material (por lo tanto finito) y sujeto a las variaciones del tiempo. Verbigracia, “Hoy día somos enemigos, mañana podemos ser amigos.”

Esto nos lleva, entonces a la conclusión que existe un Orden Natural de las cosas, algo que existe por sí mismo, que es Eterno, que es Uno y que es Inmutable. ¿Qué es eso?
Puedes averiguarlo en la Biblia, en la Metafísica de Aristóteles, en El Faedo de Platón, en el Budismo Mahayana, en el Sufismo, en Sócrates, e incluso en el mismo Santo Tomás de Aquino.

Ahora, desde una óptica prescriptiva, normativa, o ética, habiendo quedado claro que existe UNA REALIDAD, cualquier cosa que vaya en su contra, va contra Leyes Objetivas y Universales. Y como aquí estamos hablando del comportamiento humano, con su innata voluntad, se puede perfectamente hacer un juicio de reproche, lo que no es nada raro, ya que es lo que ocurre con todo sistema normativo. En Derecho a los actos contrarios al sistema se les llama delito, nulidad, ineficacia, etc. En Ética se les llama pecado.

Pero no te preocupes, es humano confundirse.

Thomas.

Álvaro P. dijo...

Thomas: En primer lugar, creo que tu comentario está un poco fuera de lugar. Se agarra de una sola palabra y se pone a elaborar un "razonamiento" en base a ella. Por eso te respondí entre paréntesis, y creo que no es necesario seguir hablando de eso.

En todo caso "desde el punto de vista ontológico" hasta los tomates no son eternos ni inmutables. ¿Eso significa que son menos reales?

Por lo demás, no respondiste lo que yo dije.

Lo lamento, pero no seguiré con esta digresión del posteo de Cristóbal Orrego.

En todo caso, no es necesario que te excuses en forma anticipada, porque sé que es humano confundirse.

Saludos.
Álvaro P.

Anónimo dijo...

Álvaro,

Cuando se razona, es importante justamente dar razones. Por lo tanto, si crees que mi comentario está fuera de lugar, tienes la oportunidad de demostrarlo. Siempre es fácil, y se usa mucho eso de criticar sin explicar por qué, como ocurre en tu primer párrafo del post anterior: “creo que tu comentario está un poco fuera de lugar”. Y además cierras con otro recurso parecido: “y creo que no es necesario seguir hablando de eso”.

Cuando te refieres a la ontología, lamentablemente no puedes captar el punto, y justamente no lo haces porque, me temo, te falta una base filosófica. Es muy fácil hablar de ontología y metafísica sin haber jamás leído y estudiado a los clásicos griegos. Si hubieras estudiado a Platón, entenderías de lo que hablo. No logras captar las Ideas platónicas.

¿Digresión del posteo de Cristóbal Orrego? No entiendo, si justamente estamos hablando en el blog de Cristóbal sobre un tema planteado por Cristóbal. No sé dónde está la digresión.

Álvaro tómalo a bien, se nota que le pones empeño y que eres bien intencionado, pero te recomiendo, para partir, leer el Faedo de Platón. Y quizás darle vuelta a la primera frase de De Anima, de Aristóteles. Suerte!

Saludos,


Thomas

Gael_Vive dijo...

Ja,ja,ja..!
Don Thomas, Lamentable que usted no escriba sus propios artículos, porque no tiene la perspectiva del que escribe y por ende no logra apreciar lo que se está diciendo...

Mis abuelos citaban un dicho que reza: "Pan para tu matate" (toma todo lo bueno y guardalo en una bolsa, para el camino de la vida). Fil 4:8, si no le gustó lo que leyó entonces paselo por alto.

Porque la forma en que expresa sus pensamientos da la impresión que usted es, de hecho, el enemigo.

Creo firmemente en Jesus y sus enseñanzas, y le aseguro que el 100, no tiene nada de malo.

Anónimo dijo...

Gael,

No te lo tomes a mal, pero en psicología tu conducta se llama proyección.
Saludos,

TH